Indiscutiblemente ir al supermercado representa toda una aventura, sobretodo para esta mula cuyos niveles de tolerancia son bastante limitados. Aquí algunas consideraciones sobre el tema.
El drama empieza en el parqueo, todos quieren quedar lo más cerca posible de la entrada así vengan a comprar una caja de palillos de dientes o todo el diario. La vara es estar bien cerquita para no caminar mucho. Nunca faltan los cabrones que se parquean en los espacios reservados para personas con discapacidad y se bajan como si nada. Lo que más cólera me da es que lo hacen a vista y paciencia de los guachis que están ahí para “poner orden” y no les dicen ni mierda, si se fijan casi siempre son maes o viejas con gordura estilo ballena o el tipico meneco/chalán/valeverga jugando de queso en su nave nice. También están los que se le colan a uno y aceleran a lo lagarto estilo fast and furious para clavarse en el campo que uno estaba pulseando desde hace rato. Otra vara que me enferma es la gente que se monta al carro y dura toda la vida para sacarlo, o sea uno ahí esperando por el campillo porque está todo lleno y el mae o doña se monta al carro, se peina, se maquilla, habla por teléfono, o empieza a ver lo que compró y nada que saca el carro, que madre!!
Bueno, una vez q uno ha pasado la batalla del parqueo se dispone a ingresar al súper. Lo primero es buscar un carrito o canasta. Con las canastas normalmente no hay problemas, pero los carritos son una historia aparte. Lo clásico es q a uno le toque uno que tenga una rueda chueca o alguna vara pegada que hace que le de “tabaquillo”. Le tiembla una ruedilla o le jala para un solo lado como si estuviera destramado! Peor aún si a uno le tocó uno de esos que vienen con un carrito incluido donde se montan los carajillos, que pelada!
Acto seguido viene el recorrido por los pasillos. Sin embargo podría referirme a eso como un paseo. Y digo paseo porque pareciera que muchos van a pasear al súper. Se tardan toda la vida viendo cosas, se dedican a jetear y a estorbar a la gente, y lo peor de todo es que atraviesan el pinche carrito en medio pasillo y no lo dejan pasar a uno. Ojalá se topen dos doñas y parqueen los carritos de manera paralela en medio pasillo como hacen los autobuseros en la calle. Parece mentira que ahora hasta en los supermercados se hacen presas!! Ni hablar de la gente que llega a jamar!! Se detienen en todos los puestecitos de muestras que están dando. Atún, café, mortadelas, galletas, frescos y demás familiares y eso también genera presas en los pasillos, lo bueno es q uno sale al menos con la tripa engañada para aguantarse el hambre un ratillo.
El toque ideal para mí es hacer las compras lo más rápido posible, lo que se complica cuando uno llega a un súper que no le es familiar. Hay que empezar por ubicarse y normalmente eso tarda un rato e implica hacer de estúpido y pasar por le mismo pasillo cinco veces hasta que uno encuentra lo que busca. Más ahora que les da por hacerlos grandísimos: HYPER tarara, MEGA nosequé, JUMBO alguito, una vara ahí…
Otra maniobra complicada es cuando uno va al super en grupo, por ejemplo cuando va a comprar las varas cuando va de ride a la playa o cuando va para una fiesta. El típico “maes pongámosle” es una patraña. Todos entran juntos y caminan por los pasillos buscando el del guaro, luego las boquitas y ya, todo bien hasta ahí. De repente alguien se acuerda q se le olvidó el cepillo de dientes, o el bloqueador, o alguna vara, entonces se empieza a desgranar el grupo. Al cabo de un rato terminan todos buscando a todos y fijándose en cada pasillo para apurar a la gente porque hay un compa haciendo fila y ya va a llegar a la caja. Una vez me pasó que llegué al más x menos de escazú con unos compas a eso de las 7 de la mañana antes de irnos para la playita. Llenamos los carritos hasta el alma de birras y cuando llegamos a la caja nos dieron la fatal noticia de que a esa hora no se vende guaro!! Que queeeeee??? Fue tal la indignación y la cara de tristeza que pusimos que al administrador del super se le conmovió el corazón y nos vendió las birras de a calladón, QUE NIVEL! Pero eso es historia aparte.
El último paso de la ida al súper es ir a la caja. Eso es más difícil y complicado de lo que debería ser. Es común que haya hasta 32 cajas, de las cuales más de la mitad estén cerradas, obviamente. Y las denominadas “cajas rápidas” son todo menos eso. Siempre hay un lagarto vivazo que se mete a la fila con más de diez artículos y hace una pega. (siempre me he preguntado si un six pack cuenta como un producto, o como seis…..). O las familias que ponen a cada uno de los guilas a hacer fila en una caja diferente a ver cuál llega primero, y uno ahí haciendo la fila solo e indefenso de repente le clavan un carro hasta la madre de chunches que salió de la nada! (la mama del carajillo que llegó de primero). También aplica la ley de Murphy, en que la fila de a la par va más rápido que la de uno, ni hablar! Que pacho! La cantidad de cosas que suceden en el simple acto de ir a comprar algo al súper. Mae, las bolsas que usan para poner las verduras que nunca se sabe por donde abrirlas, la duda entre qué se pesa y qué no en la verdulería, la gente que abre las cosas y se las come o toma dentro del súper, la música estruendosa que ponen, los locutores wannabe que gritan las ofertas del momento con su sexy-voz, cuando se cae el sistema de las tarjetas, en fin, mil y un detalles que hacen de algo sencillo una titánica labor que sin duda requiere paciencia y tolerancia. Buen ejercicio para alguien como yo!!
El drama empieza en el parqueo, todos quieren quedar lo más cerca posible de la entrada así vengan a comprar una caja de palillos de dientes o todo el diario. La vara es estar bien cerquita para no caminar mucho. Nunca faltan los cabrones que se parquean en los espacios reservados para personas con discapacidad y se bajan como si nada. Lo que más cólera me da es que lo hacen a vista y paciencia de los guachis que están ahí para “poner orden” y no les dicen ni mierda, si se fijan casi siempre son maes o viejas con gordura estilo ballena o el tipico meneco/chalán/valeverga jugando de queso en su nave nice. También están los que se le colan a uno y aceleran a lo lagarto estilo fast and furious para clavarse en el campo que uno estaba pulseando desde hace rato. Otra vara que me enferma es la gente que se monta al carro y dura toda la vida para sacarlo, o sea uno ahí esperando por el campillo porque está todo lleno y el mae o doña se monta al carro, se peina, se maquilla, habla por teléfono, o empieza a ver lo que compró y nada que saca el carro, que madre!!
Bueno, una vez q uno ha pasado la batalla del parqueo se dispone a ingresar al súper. Lo primero es buscar un carrito o canasta. Con las canastas normalmente no hay problemas, pero los carritos son una historia aparte. Lo clásico es q a uno le toque uno que tenga una rueda chueca o alguna vara pegada que hace que le de “tabaquillo”. Le tiembla una ruedilla o le jala para un solo lado como si estuviera destramado! Peor aún si a uno le tocó uno de esos que vienen con un carrito incluido donde se montan los carajillos, que pelada!
Acto seguido viene el recorrido por los pasillos. Sin embargo podría referirme a eso como un paseo. Y digo paseo porque pareciera que muchos van a pasear al súper. Se tardan toda la vida viendo cosas, se dedican a jetear y a estorbar a la gente, y lo peor de todo es que atraviesan el pinche carrito en medio pasillo y no lo dejan pasar a uno. Ojalá se topen dos doñas y parqueen los carritos de manera paralela en medio pasillo como hacen los autobuseros en la calle. Parece mentira que ahora hasta en los supermercados se hacen presas!! Ni hablar de la gente que llega a jamar!! Se detienen en todos los puestecitos de muestras que están dando. Atún, café, mortadelas, galletas, frescos y demás familiares y eso también genera presas en los pasillos, lo bueno es q uno sale al menos con la tripa engañada para aguantarse el hambre un ratillo.
El toque ideal para mí es hacer las compras lo más rápido posible, lo que se complica cuando uno llega a un súper que no le es familiar. Hay que empezar por ubicarse y normalmente eso tarda un rato e implica hacer de estúpido y pasar por le mismo pasillo cinco veces hasta que uno encuentra lo que busca. Más ahora que les da por hacerlos grandísimos: HYPER tarara, MEGA nosequé, JUMBO alguito, una vara ahí…
Otra maniobra complicada es cuando uno va al super en grupo, por ejemplo cuando va a comprar las varas cuando va de ride a la playa o cuando va para una fiesta. El típico “maes pongámosle” es una patraña. Todos entran juntos y caminan por los pasillos buscando el del guaro, luego las boquitas y ya, todo bien hasta ahí. De repente alguien se acuerda q se le olvidó el cepillo de dientes, o el bloqueador, o alguna vara, entonces se empieza a desgranar el grupo. Al cabo de un rato terminan todos buscando a todos y fijándose en cada pasillo para apurar a la gente porque hay un compa haciendo fila y ya va a llegar a la caja. Una vez me pasó que llegué al más x menos de escazú con unos compas a eso de las 7 de la mañana antes de irnos para la playita. Llenamos los carritos hasta el alma de birras y cuando llegamos a la caja nos dieron la fatal noticia de que a esa hora no se vende guaro!! Que queeeeee??? Fue tal la indignación y la cara de tristeza que pusimos que al administrador del super se le conmovió el corazón y nos vendió las birras de a calladón, QUE NIVEL! Pero eso es historia aparte.
El último paso de la ida al súper es ir a la caja. Eso es más difícil y complicado de lo que debería ser. Es común que haya hasta 32 cajas, de las cuales más de la mitad estén cerradas, obviamente. Y las denominadas “cajas rápidas” son todo menos eso. Siempre hay un lagarto vivazo que se mete a la fila con más de diez artículos y hace una pega. (siempre me he preguntado si un six pack cuenta como un producto, o como seis…..). O las familias que ponen a cada uno de los guilas a hacer fila en una caja diferente a ver cuál llega primero, y uno ahí haciendo la fila solo e indefenso de repente le clavan un carro hasta la madre de chunches que salió de la nada! (la mama del carajillo que llegó de primero). También aplica la ley de Murphy, en que la fila de a la par va más rápido que la de uno, ni hablar! Que pacho! La cantidad de cosas que suceden en el simple acto de ir a comprar algo al súper. Mae, las bolsas que usan para poner las verduras que nunca se sabe por donde abrirlas, la duda entre qué se pesa y qué no en la verdulería, la gente que abre las cosas y se las come o toma dentro del súper, la música estruendosa que ponen, los locutores wannabe que gritan las ofertas del momento con su sexy-voz, cuando se cae el sistema de las tarjetas, en fin, mil y un detalles que hacen de algo sencillo una titánica labor que sin duda requiere paciencia y tolerancia. Buen ejercicio para alguien como yo!!