Cosas de oficina

Desde hace rato tengo algo entre pecho y espalda que no había expresado. Estaba intentando probar los límites de mi tolerancia para ver qué tanto les podía yo exigir.

Pero basta ya! No lo soporto más, no puedo seguir, nooooooooooooo! Soy una intolerante de los once mil diablos!! Bueno, al rato tal vez después de explicarles de lo que hablo resulta que cambie el panorama.

En la ofi donde trabajo hay varios sectores, que además de ser espacios físicos bien delimitados, los hemos bautizado con ciertos nombres y hasta se podría decir que se ha generado una idiosincrasia dentro de ellos.

Yo estoy en el segundo piso o “El Palomar”, lugar que se caracteriza por tener 6 oficinas, tiene una bonita vista hacia el jardín, unos arbolitos y obviamente los techos de los vecinos decorados con piedras pisa-zinc y antenas improvisadas.

En general, los habitantes del palomar somos gente tuanis, agradable, y de una edad parecida, como quien dice andamos en el mismo ride. Sin embargo, como en todo barrio siempre hay alguien que se sale de tono (legítimo la roquita amargada q lo regañaba a uno cuando jugaba en la acera de su casa o que no devolvía la bola cuando caía en su jardín).

Aquí vive “la 115” (la llamamos así xq ese es su número de extensión). Esa mae, vive en el mundo de bobby. Se podría describir como esas personas que están siempre en otro ride. Cuando todo el mundo entiende algo ella es a quien le suenan los grillos dentro de la cabeza, la que hace el comentario Vasta Lux salido del tema, la que se ríe cuando nadie más lo hace, o la que se ofende cuando la cosa es en broma, y sobretodo la que siempre filosofa.

Un buen día estaba yo en la paz de la ofi cuando de repente empiezo a escuchar sonidos de lluvia, grillos, monos, pájaros y cosas extrañas. Me asomé por la ventana para ver si se me había corrido el edificio. Me sentía como si estuviera en medio de la selva, les juro que en un momento casi pude sentir los zancudos zumbándome los oídos y hasta me dieron ganas de ponerme repelente! Qué diablos pasaba?

Resulta que a la 115 se le había metido el agua y trajo un CD con sonidos de la selva de esos que se usan para relajarse y esas varas CUANDO UNO ESTÁ EN LA CHOZA! Maee! Cómo se le ocurre? Osea en qué mundo alguien pone uno de esos discos de meditación y relax cuando se supone que uno tiene que estar breteando! Es como si trajera un DVD de aeróbicos y lo pusiera en la tele de la sala de sesiones!

Hay ciertas normas no escritas para trabajar dentro de una ofi. Por ejemplo no poner la música muy alto, no hablar muy duro si hay alguien al teléfono, no encender incienso ni hacer mates de ritos ocultistas, en fin, lo que todos sabemos. Pues esa doña logra transgredir casi todos los que el sentido común dicta. La mae no solo pone sus monos y grillos sino q le da por cantar ópera, pensar en voz alta, hacer sonidos extraños con su garganta, dejar que el teléfono suene y no contestarlo (el de la ofi y el celular). También manda correos de esos de salven a las ballenas de Islandia, cuando se sabe que todos estamos hasta el olote de brete!

Por Dios! Que terrible saber que si uno pasa en la oficina casi más tiempo que en la casa, se tenga que topar con gente así! Se torna realmente molesto.

O seré yo la que no aguanta nada?